Callejón de flor,
implante casual,
posa el mando del deseo,
en los viejos del mar,
rota en olas deliciosa,
aliviando el poro caluroso,
y en solitario deja el humo pasar.
aletea hacia tu rutina,
diva infame del placer,
y sueña del sueño de tu piel,
dulce y amena sonrisa en cascabel,
veneno moribundo,
acecha libre tu caudal.
y que nunca te digan que no sabes amar,
vuelve a llover oscuro,
toma las barandas,
que el amanecer te marca,
ruda sureña nocturna,
pues el deseo de tu muerte,
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