sábado, 6 de septiembre de 2025

Serafine

 Soy un ente estrellado en el vacío,

descascarándome hacia adentro,

apartando el fuego,

despejando el ruido de mis cabellos.


Emano un bello color,

a oscuras reescribo mi luz.

Me hiere el susurro,

los cuerpos, el tiempo.


Mi piel erizada

por el sesgo amoroso de la vida,

interrumpida tumba de valor

acechada en cada mundo.


Disfruto la conexión,

lo breve, el esplendor,

la acupuntura del horror:

un ritual tras cada puerta.


He donado mi cuerpo

y no ha vuelto.

Ha gozado del abandono,

de la espera, del trasfondo,

de la tortura del amante sin mirada

que desgasta y afina mis estados.


Vivo en cada recuerdo,

en cada cuerpo encerrado.

Sobre sus ojos, sentada en sus palmas,

suave, invisible,

broto entre sus dedos,

me elevo al techo

y casi puedo ver mi cara.


Bailo un poco.

Voy a desprenderme.

Pero no quiero.

Solo deseo pertenecer más aquí.


Cada día,

un tenue colapso

construye mi humanidad:

la abstracción más deseada,

la más incompleta

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